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¿Por qué no necesito electrodomésticos inteligentes en mi hogar?
En un mundo cada vez más conectado, donde los dispositivos inteligentes están ganando terreno en nuestros hogares, me he planteado una pregunta importante: ¿Realmente necesito electrodomésticos inteligentes? La respuesta, al menos en mi caso, es un rotundo no. Aunque vivo rodeado de sensores, luces que se encienden automáticamente y asistentes virtuales como Alexa o Google Home, he decidido mantenerme al margen de la tendencia de los electrodomésticos conectados. Aquí te explico por qué.
Automatización inteligente, pero con cabeza
Convertir mi casa en un hogar inteligente ha sido un proceso gradual y meditado. He ido incorporando dispositivos conectados, como luces controladas por voz o ventiladores de techo manejados a distancia, que han mejorado mi rutina diaria. Sin embargo, no todo lo "smart" resulta necesario, especialmente cuando se trata de electrodomésticos.
Imagen | Enrique Pérez para Xataka
La oferta de electrodomésticos inteligentes es tentadora: frigoríficos que te avisan si falta leche, lavadoras que puedes manejar desde el móvil, etc. Pero, en mi experiencia, estas funciones no aportan ventajas reales en el uso cotidiano. Además, el sobrecoste que suelen implicar no justifica la inversión.
¿Para qué pagar más por algo que no voy a usar?
Uno de los principales problemas que encuentro en los electrodomésticos conectados es su relación calidad-precio. Por regla general, estos modelos son más caros debido a sus funciones inteligentes, pero ¿realmente las necesito? En mi caso, la respuesta es clara: no.
Convierto en smart dispositivos pequeños
¿Necesito que mi frigorífico tenga una pantalla táctil? ¿Voy a abrir una app solo para poner en marcha la lavadora? No. Ejemplos como el de un lavavajillas con WiFi que dejó de funcionar correctamente tras una actualización solo reafirman mi decisión.
Más conexiones, más fallos
Además de la falta de utilidad, muchas de estas funciones están mal implementadas o dependen de plataformas poco fiables. En mi caso, unas bombillas inteligentes dejaron de funcionar tras una actualización, y aunque fue una pérdida asumible, cuando hablamos de una lavadora o un frigorífico, la inversión es considerable y el riesgo no me parece aceptable.
Un frigorífico de los de siempre | Paco Rodríguez
Obsolescencia programada es otro factor a considerar. Si la app deja de estar disponible, el servicio en la nube desaparece o el sistema operativo queda obsoleto, el electrodoméstico puede perder funciones clave, aunque el resto del aparato funcione perfectamente.
La importancia de la privacidad
Tampoco se puede pasar por alto el factor privacidad. Cada dispositivo conectado a Internet recopila y transmite datos, desde patrones de uso hasta información personal sobre nuestros hábitos diarios. La falta de transparencia por parte de algunos fabricantes, la cesión de datos a terceros o incluso las posibles brechas de seguridad hacen que confiar ciegamente en este tipo de tecnología no sea una decisión menor.
Algunos de los sensores que tengo en casa
La sencillez también es inteligente
Lo que realmente quiero de un electrodoméstico es que cumpla su función de forma eficiente, que sea fácil de usar y que dure el máximo tiempo posible. Prefiero una lavadora con botones físicos, que pueda arreglar un técnico estándar, antes que una con conectividad Bluetooth que probablemente no use ni una sola vez.
Menos conexiones, menos problemas
Conclusión
En resumen, aunque la automatización inteligente ha mejorado muchos aspectos de mi vida diaria, he decidido mantenerme al margen de los electrodomésticos conectados. Su falta de utilidad, el sobrecoste que implican, los problemas de fiabilidad y privacidad, y la obsolescencia programada son razones más que suficientes para preferir los electrodomésticos tradicionales. La sencillez también es inteligente, y en mi caso, es la opción más acertada.